Mi libro era kennediano y aceptaba la noción de
progreso moral. Lo que en realidad se quería era un libro nixoniano sin
un hilo de optimismo. Dejemos que la maldad se pavonee en la página y
hasta la última línea y se ría de todas las creencias heredadas, judía,
cristiana, musulmana o cualquier otra, y de que los humanos pueden
llegar a ser mejores. Un libro así sería sensacional, y lo es.
Pero no creo que sea una imagen justa de la vida humana.
Y no lo creo porque, por definición, el ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal. Si sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, no será más que una naranja mecánica, lo que quiere decir que en apariencia será un hermoso organismo con color y zumo, pero de hecho no será más que un juguete mecánico al que Dios o el Diablo (o el Todopoderoso Estado, ya que está sustituyéndolos a los dos) le darán cuerda. Es tan inhumano ser totalmente bueno como totalmente malvado. Lo importante es la elección moral. La maldad tiene que existir junto a la bondad para que pueda darse esa elección moral. La vida se sostiene gracias a la enconada oposición de entidades morales. De eso hablan los noticiarios televisivos.
Desgraciadamente
hay en nosotros tanto pecado original que el mal nos parece atractivo.
Destruir es más fácil y mucho más espectacular que crear. Nos gusta
morirnos de miedo ante visiones de destrucción cósmica. Sentarse en una
habitación oscura y componer la Missa Solemnis o la Anatomía de la
melancolía no da pie a titulares ni a flashes informativos.
Desgraciadamente mi pequeño libelo atrajo a muchos porque despedía los
miasmas del pecado original como un cartón de huevos podridos.
CRÍTICA DEL AUTOR A SU PROPIO LIBRO
Pero no creo que sea una imagen justa de la vida humana.
Y no lo creo porque, por definición, el ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal. Si sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, no será más que una naranja mecánica, lo que quiere decir que en apariencia será un hermoso organismo con color y zumo, pero de hecho no será más que un juguete mecánico al que Dios o el Diablo (o el Todopoderoso Estado, ya que está sustituyéndolos a los dos) le darán cuerda. Es tan inhumano ser totalmente bueno como totalmente malvado. Lo importante es la elección moral. La maldad tiene que existir junto a la bondad para que pueda darse esa elección moral. La vida se sostiene gracias a la enconada oposición de entidades morales. De eso hablan los noticiarios televisivos.
CRÍTICA DEL AUTOR A SU PROPIO LIBRO